Expertos esperan que sus hallazgos ayuden a mejorar los tratamientos y conduzcan al desarrollo de fármacos para tratar esta enfermedad
Investigadores identificaron dos mutaciones genéticas que causan una cantidad importante del tipo más difícil de tratar de cáncer de ovario, y aseguraron que apuntan a una nueva forma de activar y desactivar los tumores.
Los expertos esperan que sus hallazgos terminen ayudando a los médicos a puntualizar más los tratamientos y también que conduzcan al desarrollo de fármacos para tratar estas formas de cáncer.
Los resultados, publicados por dos equipos separados de investigadores en las revistas Science y New England Journal of Medicine, también sugieren un mecanismo previamente desconocido sobre cómo comienza el cáncer.
Los genes descubiertos afectan al carcinoma ovárico de células claras, una de las formas más agresivas de tumor de ovario, que representa alrededor del 10 al 12 por ciento de los casos. Es además uno de los tumores más letales y difíciles de tratar.
Este tipo de carcinoma suele no responder a la quimioterapia. A veces, se lo relaciona con un crecimiento excesivo del tejido uterino denominado endometriosis.
En la revista Science, el doctor Bert Vogelstein y sus colegas de la Johns Hopkins University en Baltimore nombraron a los dos genes nuevos como ARID1A y PPP2R1A.
"Brindarían oportunidades para el desarrollo de nuevos biomarcadores y terapias que apunten a esos genes", indicó en un comunicado Nickolas Papadopoulos, de la Johns Hopkins, quien trabajó en el estudio.
GEN ARID1A
Investigadores identificaron dos mutaciones genéticas que causan una cantidad importante del tipo más difícil de tratar de cáncer de ovario, y aseguraron que apuntan a una nueva forma de activar y desactivar los tumores.
Los expertos esperan que sus hallazgos terminen ayudando a los médicos a puntualizar más los tratamientos y también que conduzcan al desarrollo de fármacos para tratar estas formas de cáncer.
Los resultados, publicados por dos equipos separados de investigadores en las revistas Science y New England Journal of Medicine, también sugieren un mecanismo previamente desconocido sobre cómo comienza el cáncer.
Los genes descubiertos afectan al carcinoma ovárico de células claras, una de las formas más agresivas de tumor de ovario, que representa alrededor del 10 al 12 por ciento de los casos. Es además uno de los tumores más letales y difíciles de tratar.
Este tipo de carcinoma suele no responder a la quimioterapia. A veces, se lo relaciona con un crecimiento excesivo del tejido uterino denominado endometriosis.
En la revista Science, el doctor Bert Vogelstein y sus colegas de la Johns Hopkins University en Baltimore nombraron a los dos genes nuevos como ARID1A y PPP2R1A.
"Brindarían oportunidades para el desarrollo de nuevos biomarcadores y terapias que apunten a esos genes", indicó en un comunicado Nickolas Papadopoulos, de la Johns Hopkins, quien trabajó en el estudio.
GEN ARID1A
Por su parte, el doctor David Huntsman, de la Agencia del Cáncer de Columbia Británica publicó otro estudio en New England Journal of Medicine que se focalizó en el ARID1A.
El equipo de Huntsman halló que el ARID1A no sólo presentaba variaciones en el carcinoma ovárico de células claras sino además en un segundo tipo de tumor de ovario vinculado con la endometriosis.
"En general, el 46 por ciento de los pacientes con carcinoma ovárico de células claras y el 30 por ciento con carcinoma endometrial presentaban (...) mutaciones en el ARID1A", señaló el equipo, que no halló la variación genética en ningún otro tipo de tumor de ovario.
Según Huntsman y sus colegas, se sospecha que el gen ARID1A también actúa en algunos casos de cáncer pulmonar y mamario.
La mutación habilita a que el ADN sea "leído" erróneamente y se active, señaló el equipo de la Johns Hopkins University.
"Tomados en conjunto, estos datos sugieren que el ARID1A es un gen supresor tumoral clásico", expresó el equipo de Huntsman. Ese tipo de genes, cuando no presentan mutaciones, ayudan a detener a los tumores. Un ejemplo famoso es el BRCA1 en el cáncer de mama.
Cada año, alrededor de 230.000 mujeres son diagnosticadas con cáncer de ovario en todo el mundo. La mayoría de los casos no se detectan antes de la expansión, debido a que causan síntomas vagos y casi el 70 por ciento de quienes presentan la enfermedad avanzada mueren en cinco años.
El equipo de Huntsman halló que el ARID1A no sólo presentaba variaciones en el carcinoma ovárico de células claras sino además en un segundo tipo de tumor de ovario vinculado con la endometriosis.
"En general, el 46 por ciento de los pacientes con carcinoma ovárico de células claras y el 30 por ciento con carcinoma endometrial presentaban (...) mutaciones en el ARID1A", señaló el equipo, que no halló la variación genética en ningún otro tipo de tumor de ovario.
Según Huntsman y sus colegas, se sospecha que el gen ARID1A también actúa en algunos casos de cáncer pulmonar y mamario.
La mutación habilita a que el ADN sea "leído" erróneamente y se active, señaló el equipo de la Johns Hopkins University.
"Tomados en conjunto, estos datos sugieren que el ARID1A es un gen supresor tumoral clásico", expresó el equipo de Huntsman. Ese tipo de genes, cuando no presentan mutaciones, ayudan a detener a los tumores. Un ejemplo famoso es el BRCA1 en el cáncer de mama.
Cada año, alrededor de 230.000 mujeres son diagnosticadas con cáncer de ovario en todo el mundo. La mayoría de los casos no se detectan antes de la expansión, debido a que causan síntomas vagos y casi el 70 por ciento de quienes presentan la enfermedad avanzada mueren en cinco años.
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