Los fármacos contra el sida funcionan igual de bien en ambos sexos. Las féminas abandonan antes los estudios por motivos ajenos a la salud
La transmisión del VIH cada vez es más frecuente entre las mujeres, que en África subsahariana ya suponen más de la mitad de las nuevas infecciones y en países occidentales representan más del 25% de los casos. Sin embargo, pese a estas cifras, son pocas las féminas que entran a formar parte de los ensayos clínicos para analizar cómo responden al tratamiento antirretroviral. Lo mismo ocurre en el campo de otras patologías como las cardiovasculares o las pulmonares. Una nueva investigación revela que es hora de incluirlas en la misma proporción que los hombres.
El estudio GRACE (Gender, Race and Clinical Experience), cuyos resultados publica la revista 'Annals of Internal Medicine', evaluó durante dos años, entre 2006 y 2008, una combinación de fármacos antirretrovirales en 429 pacientes seropositivos. De ellos, 287 (66,9%) eran mujeres y 142 (33,1%) eran hombres. El 84% de los participantes eran negros o hispanos.
Los autores, de la facultad de medicina de la Universidad de California (UCLA), vieron que la respuesta de unas y otros ante la terapia era muy similar, al igual que los efectos secundarios. Sin embargo, el problema fue que ellas abandonaron la investigación por motivos ajenos a la salud mucho más que ellos.
A las 48 semanas de tratamiento, la respuesta virológica -la forma de medir si el organismo reaccionaba bien a los fármacos- era del 50,9% en las mujeres y del 58,5% en hombres. No obstante, esta diferencia se debía más a la alta tasa de abandono entre las mujeres que a una reacción farmacológica distinta. Cuando se excluyó a las chicas que habían dejado el trabajo, el porcentaje de respuesta virológica era prácticamente idéntico en ambos sexos.
En cuanto a los efectos secundarios, los más comunes fueron las naúseas (5,2% de mujeres frente al 2,8% de hombres), la diarrea (4,5% contra el 4,9%) y el sarpullido (2,1% y 2,8%).
Más allá de analizar la eficacia de los medicamentos, la fuerza de este trabajo está en que demuestra "que es posible incluir a mujeres en los ensayos clínicos", explican los autores. "Es importantísimo que tanto en la investigación del sida y de otras enfermedades participen mujeres para analizar también en ellas la eficacia y la toxicidad de los nuevos tratamientos", afirma el doctor Judith Currier, profesor de medicina y enfermedades infecciosas de la UCLA.
Pero, dado que un tercio de las mujeres dejó el ensayo antes de tiempo por razones que no tenían que ver con el objeto del estudio, los investigadores reconocen la necesidad de diseñar estrategias para conseguir que ellas aguanten todo el tiempo que sea necesario. En el caso de este trabajo, la juventud y la falta de experiencia en estas situaciones son algunos de los motivos que podrían explicar su abandono.
La transmisión del VIH cada vez es más frecuente entre las mujeres, que en África subsahariana ya suponen más de la mitad de las nuevas infecciones y en países occidentales representan más del 25% de los casos. Sin embargo, pese a estas cifras, son pocas las féminas que entran a formar parte de los ensayos clínicos para analizar cómo responden al tratamiento antirretroviral. Lo mismo ocurre en el campo de otras patologías como las cardiovasculares o las pulmonares. Una nueva investigación revela que es hora de incluirlas en la misma proporción que los hombres.
El estudio GRACE (Gender, Race and Clinical Experience), cuyos resultados publica la revista 'Annals of Internal Medicine', evaluó durante dos años, entre 2006 y 2008, una combinación de fármacos antirretrovirales en 429 pacientes seropositivos. De ellos, 287 (66,9%) eran mujeres y 142 (33,1%) eran hombres. El 84% de los participantes eran negros o hispanos.
Los autores, de la facultad de medicina de la Universidad de California (UCLA), vieron que la respuesta de unas y otros ante la terapia era muy similar, al igual que los efectos secundarios. Sin embargo, el problema fue que ellas abandonaron la investigación por motivos ajenos a la salud mucho más que ellos.
A las 48 semanas de tratamiento, la respuesta virológica -la forma de medir si el organismo reaccionaba bien a los fármacos- era del 50,9% en las mujeres y del 58,5% en hombres. No obstante, esta diferencia se debía más a la alta tasa de abandono entre las mujeres que a una reacción farmacológica distinta. Cuando se excluyó a las chicas que habían dejado el trabajo, el porcentaje de respuesta virológica era prácticamente idéntico en ambos sexos.
En cuanto a los efectos secundarios, los más comunes fueron las naúseas (5,2% de mujeres frente al 2,8% de hombres), la diarrea (4,5% contra el 4,9%) y el sarpullido (2,1% y 2,8%).
Más allá de analizar la eficacia de los medicamentos, la fuerza de este trabajo está en que demuestra "que es posible incluir a mujeres en los ensayos clínicos", explican los autores. "Es importantísimo que tanto en la investigación del sida y de otras enfermedades participen mujeres para analizar también en ellas la eficacia y la toxicidad de los nuevos tratamientos", afirma el doctor Judith Currier, profesor de medicina y enfermedades infecciosas de la UCLA.
Pero, dado que un tercio de las mujeres dejó el ensayo antes de tiempo por razones que no tenían que ver con el objeto del estudio, los investigadores reconocen la necesidad de diseñar estrategias para conseguir que ellas aguanten todo el tiempo que sea necesario. En el caso de este trabajo, la juventud y la falta de experiencia en estas situaciones son algunos de los motivos que podrían explicar su abandono.
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