Según datos de la Inspección Rusa de Consumo, más de 550 mil rusos están infectados por el Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo Global para la Lucha contra el VIH/SIDA, la Tuberculosis y la Malaria aportan otros datos: de 900 mil a 1 millón de infectados. Existen otras fuentes con información mucho más preocupante. En todo caso, no hay datos estadísticos exactos.
En el primer caso, se cuentan como enfermos sólo los registrados oficialmente. De esta forma, el nivel de morbilidad de VIH no supera el de los países desarrollados (0,3-0,35% de la población del país), y que es casi dos veces menor que en los EEUU. Según el Ministerio de Salud y Desarrollo Social, el incremento anual de nuevos casos no supera el 7%, menor que en Europa Central y Europa del Oeste, donde, según el Euro HIV Index 2009, es del 8,1%.
De acuerdo con esta lógica, en Rusia con el virus del SIDA están infectados sólo los Representantes de los grupos de riesgo: drogadictos, prostitutas y homosexuales.
Pero es obvio que, en realidad, el número de enfermos es mucho mayor. Un gran número de ellos no entra en los grupos de riesgo y muchos ni siquiera sospechan de su condición de seropositivos. Si una persona no se somete a un análisis especial para detectar el virus en el organismo, la enfermedad puede tardar de 10 a 13 años en revelarse. Este es el período de incubación habitual que transcurre sin síntomas desde el momento del contagio hasta el inicio de los síntomas clínicos. Pocas personas, fuera de las de los grupos de riesgo, sospechan de ser los portadores de esta terrible enfermedad. En Rusia persiste el trasnochado estereotipo, un tanto arrogante y totalmente erróneo de que el VIH afecta sólo a los socialmente marginados.
Lamentablemente, ya no se realizan, como antes, reconocimientos médicos preventivos obligatorios en los organismos públicos y en las empresas. De esta forma, la mancha del SIDA se va extendiendo poco a poco a la población general.
Extremo este que viene corroborado por el aumento del número de mujeres seropositivas, registrado por el Centro Federal para Prevención y Lucha contra el SIDA. Entre las nuevas personas contabilizas, el 43 ó 44% son mujeres (el 70% de ellas, menores de 30 años). Son muchos los casos de transmisión sexual de la enfermedad. Los casos típicos son los siguientes: una muchacha contagiada por su amigo drogadicto o una mujer, por su esposo promiscuo. En este último caso, la mujer puede estar años sin imaginar siquiera que está enferma, ni la causa de su enfermedad.
Así que las cifras de la morbilidad no se corresponden a la realidad en ninguno de los dos casos. La Inspección Rusa de Consumo parte de la "presunción de salud", mientras que la OMS se basa en la "presunción de enfermedad". El director de la Inspección Gennadi Onischenko dice que la estimación de la OMS es "emocional", porque prefieren exagerar los datos a subestimar la situación, dando por enfermos a todos los sospechosos de estarlo.
Este es el principio por el que se guía la metodología de la OMS para el seguimiento y la estimación del VIH/SIDA, incluyendo datos apriorísticos (es decir, sin confirmar por los resultados de los análisis) relativos al total de los enfermos. Es decir, se incluyen todos los "jóvenes que hayan tenido más de un contacto sexual en un año", a los donantes de sangre y receptores, etc. Es evidente que esta forma de estimación de datos da resultados finales incorrectos. Para declarar a una persona enferma, o tan siquiera portadora, hay que tener en cuenta los resultados de sus pruebas.
Además, a veces no basta con los resultados de un sólo test. Hacen falta dos ó tres pruebas para diagnosticar el SIDA. Mucho depende de la sensibilidad del mismo material de análisis: si es demasiado alta, pueden haber muchas reacciones positivas falsas, y al revés. Por eso, cualquier estadística, hasta la que parece más verídica, también requiere ser verificada.
Otro fallo en los datos de la OMS consiste en que la probabilidad de transmitir el virus con la sangre del portador es ahora de tan sólo el 6 ó el 8%. En este ámbito, al igual que en la prevención de transmisión del virus de la madre al feto, la lucha contra la propagación del SIDA ha culminado con éxito.
Entonces, la OMS debería corregir su método de contabilización o, al menos, elegir otro término, como, por ejemplo, los potencialmente infectados.
Dejando a un lado las estadísticas nacionales e internacionales, hay que mencionar que el proyecto nacional ruso "Salud", puesto en práctica en 2006, ha resultado ser una contribución importante a la solución del problema. Cada año se someten a análisis de 21 a 24 millones de habitantes (un 16% de la población) para detectar a seropositivos. No en todos los países se realiza un trabajo regular semejante que permite a tiempo prescribir a los positivos un tratamiento, lo que es igual a darles al menos unos 10 ó 20 años de vida más.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo Global para la Lucha contra el VIH/SIDA, la Tuberculosis y la Malaria aportan otros datos: de 900 mil a 1 millón de infectados. Existen otras fuentes con información mucho más preocupante. En todo caso, no hay datos estadísticos exactos.
En el primer caso, se cuentan como enfermos sólo los registrados oficialmente. De esta forma, el nivel de morbilidad de VIH no supera el de los países desarrollados (0,3-0,35% de la población del país), y que es casi dos veces menor que en los EEUU. Según el Ministerio de Salud y Desarrollo Social, el incremento anual de nuevos casos no supera el 7%, menor que en Europa Central y Europa del Oeste, donde, según el Euro HIV Index 2009, es del 8,1%.
De acuerdo con esta lógica, en Rusia con el virus del SIDA están infectados sólo los Representantes de los grupos de riesgo: drogadictos, prostitutas y homosexuales.
Pero es obvio que, en realidad, el número de enfermos es mucho mayor. Un gran número de ellos no entra en los grupos de riesgo y muchos ni siquiera sospechan de su condición de seropositivos. Si una persona no se somete a un análisis especial para detectar el virus en el organismo, la enfermedad puede tardar de 10 a 13 años en revelarse. Este es el período de incubación habitual que transcurre sin síntomas desde el momento del contagio hasta el inicio de los síntomas clínicos. Pocas personas, fuera de las de los grupos de riesgo, sospechan de ser los portadores de esta terrible enfermedad. En Rusia persiste el trasnochado estereotipo, un tanto arrogante y totalmente erróneo de que el VIH afecta sólo a los socialmente marginados.
Lamentablemente, ya no se realizan, como antes, reconocimientos médicos preventivos obligatorios en los organismos públicos y en las empresas. De esta forma, la mancha del SIDA se va extendiendo poco a poco a la población general.
Extremo este que viene corroborado por el aumento del número de mujeres seropositivas, registrado por el Centro Federal para Prevención y Lucha contra el SIDA. Entre las nuevas personas contabilizas, el 43 ó 44% son mujeres (el 70% de ellas, menores de 30 años). Son muchos los casos de transmisión sexual de la enfermedad. Los casos típicos son los siguientes: una muchacha contagiada por su amigo drogadicto o una mujer, por su esposo promiscuo. En este último caso, la mujer puede estar años sin imaginar siquiera que está enferma, ni la causa de su enfermedad.
Así que las cifras de la morbilidad no se corresponden a la realidad en ninguno de los dos casos. La Inspección Rusa de Consumo parte de la "presunción de salud", mientras que la OMS se basa en la "presunción de enfermedad". El director de la Inspección Gennadi Onischenko dice que la estimación de la OMS es "emocional", porque prefieren exagerar los datos a subestimar la situación, dando por enfermos a todos los sospechosos de estarlo.
Este es el principio por el que se guía la metodología de la OMS para el seguimiento y la estimación del VIH/SIDA, incluyendo datos apriorísticos (es decir, sin confirmar por los resultados de los análisis) relativos al total de los enfermos. Es decir, se incluyen todos los "jóvenes que hayan tenido más de un contacto sexual en un año", a los donantes de sangre y receptores, etc. Es evidente que esta forma de estimación de datos da resultados finales incorrectos. Para declarar a una persona enferma, o tan siquiera portadora, hay que tener en cuenta los resultados de sus pruebas.
Además, a veces no basta con los resultados de un sólo test. Hacen falta dos ó tres pruebas para diagnosticar el SIDA. Mucho depende de la sensibilidad del mismo material de análisis: si es demasiado alta, pueden haber muchas reacciones positivas falsas, y al revés. Por eso, cualquier estadística, hasta la que parece más verídica, también requiere ser verificada.
Otro fallo en los datos de la OMS consiste en que la probabilidad de transmitir el virus con la sangre del portador es ahora de tan sólo el 6 ó el 8%. En este ámbito, al igual que en la prevención de transmisión del virus de la madre al feto, la lucha contra la propagación del SIDA ha culminado con éxito.
Entonces, la OMS debería corregir su método de contabilización o, al menos, elegir otro término, como, por ejemplo, los potencialmente infectados.
Dejando a un lado las estadísticas nacionales e internacionales, hay que mencionar que el proyecto nacional ruso "Salud", puesto en práctica en 2006, ha resultado ser una contribución importante a la solución del problema. Cada año se someten a análisis de 21 a 24 millones de habitantes (un 16% de la población) para detectar a seropositivos. No en todos los países se realiza un trabajo regular semejante que permite a tiempo prescribir a los positivos un tratamiento, lo que es igual a darles al menos unos 10 ó 20 años de vida más.
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