jueves, 26 de agosto de 2010

Sicólogos definen una nueva etapa en la vida: la adultez emergente


Se trata de la transición entre la juventud y la adultez, marcada por la postergación del matrimonio, los hijos y la independencia financiera.

por A. de Ponson / F. Rodríguez

Ignacio tiene 23 años y aunque terminó su carrera, no está trabajando en lo suyo. "Me di cuenta de que no tenía la vocación y creí que todavía seguía en deuda conmigo mismo o que podía hacer algo mejor y que me gustara más", explica. Ahora reparte su tiempo entre un magíster en Sociología, trabajos esporádicos de aplicación y tabulación de encuestas y una banda de música. Aun vive con su mamá. ¿Planes de formar familia? "Ufff... Antes de pensar en eso, quiero tener un trabajo estable y partir de la casa", plantea.

Para Jeffrey Arnett, psicólogo y editor de la revista Journal of Adolescent Research, lo que está viviendo Ignacio no es una excepción, sino que se ha transformado en una etapa más en la vida de las personas. El experto asegura que existe una nueva edad en la vida entre la juventud y la adultez, a la cual llama "adultez emergente". Esta etapa se caracteriza por un retraso en los cinco pasos clave para convertirse en adulto: terminar los estudios, abandonar la casa de los padres, conquistar la independencia económica, casarse y tener hijos.

Según Arnett, esta etapa se inicia en Estados Unidos a los 18 años y se puede extender hasta los 29. "En Chile, como en otros países sudamericanos, los jóvenes tienden a quedarse hasta más tarde en casa, lo que retrasa este proceso", explica el experto a La Tercera. Así, el inicio de la adultez emergente en Chile se ubicaría más bien en los 23 años, cuando los jóvenes finalizan sus estudios de pregrado y se extendería hasta los 34, aproximadamente.

Basta analizar algunas cifras nacionales para ver que la teoría de Arnett tiene sustento. Durante la última década, la cantidad de personas mayores de 25 años que viven en la casa de sus padres ha crecido un 21%, según las estadísticas del INE. Y los mayores de 30 años que se encuentran en la misma situación se han incrementado en un 41% durante el mismo período. Los matrimonios también se han pospuesto. De acuerdo con las estadísticas del Registro Civil, en 1998 las parejas se casaban cuando las mujeres tenían 26 y los hombres 30 años en promedio. Una década después, ellas se casan a los 30 años y ellos a los 34.

No es comodidad ni inmadurez, sino que un cambio social que llegó para quedarse. La idea de que existe una nueva etapa de transición hacia la adultez ya había sido planteada en 2007 por William Galston, sociólogo y ex asesor de Bill Clinton, quien habló de la existencia de "los años de la odisea", una etapa entre los 25 y los 35 años caracterizada por un constante ir y venir entre la casa propia y la de los padres, varios trabajos y estudios. Sin embargo, Arnett va más allá: "Se ha escrito bastante sobre la generación X e Y, sin embargo, esos son momentos y personas determinadas. Este puede ser un cambio social permanente para las generaciones que vienen", explica.

Un cambio que también se aprecia en el mercado laboral. En la actualidad los jóvenes no pasan más de dos años en el mismo trabajo y más que dinero, buscan un ambiente laboral grato y calidad de vida. "No están dispuestos a pasar por el servicio militar de hacer cualquier cosa. Esa es la diferencia entre los jóvenes de ahora y los de 15 años atrás. Son personas que ya entrando son un poco más exigentes en temas de tecnologías, horarios y van a privilegiar ante todo su calidad de vida", dice Birgit Nevermann, gerente de Laborum Selección.

Una de las explicaciones que Arnett da a este fenómeno es que muchos jóvenes esperan hasta completar su educación, incluso con un posgrado, antes de pensar en casa propia, matrimonio e hijos, debido a que se se considera que ésta es la mejor herramienta para vivir en esta sociedad de la información.

A juicio de Marianela Abarzúa, sicóloga del Centro de Atención Psicológica de la U. de Chile, la mayor complejización de la sociedad hace necesaria una formación más larga. "Esto hace bastante comprensible que los jóvenes extiendan el período de moratoria social donde van probado diferentes roles de la vida adulta, todo con el apoyo de la familia", dice, y agrega que esto es más común en segmentos medios y altos, "donde los padres valoran mucho la formación académica y entienden el posgrado casi como una fase lógica del proceso de desarrollo".

Cómo abordar el tema en la familia

El fenómeno ha sido abordado incluso por el cine. La película francesa "Tanguy" aborda la incomodidad de los padres de un joven que se resiste a dejar el hogar paterno, pese a tener ya 28 años. Y es que aunque muchos padres sólo sonrían, el tema los complica. Según un estudio de la Universidad de Talca, un 55% de los padres que comparten su casa con hijos mayores de 25 años dicen estar incómodos, resignados o desean que el retoño deje pronto el hogar.

La psicóloga Marianela Abarzúa plantea que los padres no deben asumir que están condenados a tener que aguantar todo. En ese sentido, deben establecer límites sobre lo permitido al interior de su hogar. Además, deben evitar dar un ultimátum imprevisto. "Si para los padres es razonable pensar en un plazo máximo para que su hijo abandone el hogar, es importante conversarlo y establecer las condiciones para cumplirlo", explica Abarzúa.

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